Eso ya no está

La casa... Bueno, huele a vacío. Está llena, pero está llena de algo distinto que antes. A veces cambia su aroma, pero creo que es mi necesidad de volver a oler el pasado. Es que antes olía a pasado, al de verdad. No es que el pasado tenga algún olor, el pasado no huele, pero el de esta casa si olía. Estoy segura de eso. Ahora queda un recuerdo de ese aroma, pero nada más. Pasado y recuerdo no es lo mismo ¿saben? Creo que el pasado es sólo lo que pasó, para mi el recuerdo es cómo está registrado ese pasado en lo mas profundo de mi ser. Por eso ya no me huele. ¿Olvidé el pasado? Ese es mi miedo, mi terror: olvidar el pasado, las circunstancias que me trajeron acá, las personas que estuvieron antes que yo, que poblaron este lugar de recuerdos y olores. Me siento obsesionada con el olor esta noche, lo sé. Pero estoy segura de que cualquier persona que haya estado antes acá lo siente de alguna manera también. O tal vez no. Talvez sólo algunos. O sólo algunas narices darán cuenta de esto. Y ahora que lo pienso un poco más, creo que también los sonidos típicos de acá se han ido disipando. Aún los gatos ruedan sobre el techo, y corren de un lado al otro del tejado, pero hay otro ruido que no he vuelto a escuchar. El del televisor las 24 horas del día, aún cuando dormían. Ese era un ruido típico. También el del encendedor al darle fuego a un cigarrillo en la sala, junto a las zapatillas que corrían a buscar un cenicero. El corcho al destapar la botella de vino, que en realidad era de caja y que me remite a otro sonido: el de pasar el vino de la caja a la botella, con el embudo, y el vino cuando caía en el vaso; la coca cola destapada, el gas que salía, y luego la mezcla de coca cola y vino, que en verdad era de vino y una gota de coca cola. Por cierto que esta medida fue evolucionando a lo largo de los años, porque al principio era medio vaso de gaseosa más un poquito de vino... y así fue cambiando la receta, hasta que en los últimos días era... pues bueno, era un vaso de vino y talvez coca cola, si es que se había acordado de comprar cuando iba al super, con la famosa lista. La lista de compras. Es que se sentaban en la cocina a repasar lo que hacía falta en la casa. Todos los días ella lavaba los platos o sentaba mientras pelaba las papas, las cebollas, cortaba las vainicas o lo que fuera que iba a ser el menú para el almuerzo -ah sí, porque la cosa era con menú: entrada, plato fuerte y postre, hasta poner la mesa con los diferentes platos, vasos y cubiertos, pura etiqueta- y le iba diciendo a él qué es lo que hacía falta: cigarrillos, refresco, tomates, lo que fuera. Pero es que era todos los días lo mismo. Entonces se iba caminando al super, compraba y se venía en taxi -por supuesto, no faltaba el traguito en el centro comercial, antes o después de hacer las compras, daba igual-, y ese es el otro sonido que recuerdo: el taxi parando fuera de la casa, el motor vibrando mientras le pagaba al chofer -que años después me ha tocado más de uno que lo trajo a casa desde el centro comercial-, el sonido de las bolsas más los pasos sin ningún ritmo, la puerta y el ¡Paula! para que alguien acomode las compras. Pero ya no. Ya no hay esos sonidos ni olores. Ahora hay nuevos. El silbido con las llaves mientras se abre la puerta. Todo en la cocina sonando simultáneamente cuando él cocina, a veces se quiebran vasos, pero eso ahora es normal. Sin embargo extraño esos ruidos y aromas. Como que traían implícitas otra serie de sensaciones que se han ido perdiendo, disipando. No es exactamente amor, sigue habiendo amor, pero de una forma distinta, de otro lado. No sé que es. Aún lo investigo.

Comentarios

  1. Nayarit6.5.11

    Yo creo que los aromas son el recuerdo vivo. Para mi los recuerdos vienen con aroma y eso los hace vivos, cuando el aroma desaparece, entonces el recuerdo pasa a ser pasado solamente, y ya no lo extrano.
    Pero se quien es.
    Que bien mae, que bien que escribes.

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