Un golpe de realidad

Hoy volví a ser yo. Mientras caminaba y la lluvia empañaba mis lentes me di cuenta de que hacía mucho tiempo estaba lejos de mí y redescubrí el sabor de mi propia compañía. Me pedí disculpas por no haberme dado ese espacio en mucho tiempo. Por primera vez desde hace -lo que parecieron- siglos mis propios pensamientos salieron a la luz como pocas veces sucede. Otra vez todo fue claro de nuevo. Y decidí, de nuevo, que no te necesito. Lo siento si te hice creer lo contrario, de veras lo siento y mucho, porque podrías ser perfecto, si mi mente no hubiera atacado. Pero es que el placer de dialogar conmigo nadie -hasta ahora- ha logrado dármelo.

La tarde fue mi afrodisíaco. Ayer escuché esa palabra, bueno la leí en medio de una conversación totalmente antiafrodisíaca -si me permiten inventar un adjetivo-, o mejor dicho que nada tenía que ver con lo que genera un estimulante del apetito sexual. Es decir, descompliquémonos, que la conversación no era sexual. En fin, la leí, y resonó en mí. Le confesé que la comodidad era para mí sufuciente, "best comment ever +10" fue la respuesta que recibí. Y me quedé dándole vueltas a esa idea todo el día. Y decidí vivir ese sentimiento escrito. Y hoy me sentí cómoda, no es que normalmente no lo haga, pero hoy fue distinto. Me sentí cómoda y viva. No es que esté muerta. Viva y feliz. No es que no sea feliz. Feliz y.... yo. Que enrevesada manera para decir que me sentí cómoda, viva y feliz. Los que me han leído saben que me gusta ser así, enrevesada. Con las palabras, con las emociones. Y supongo que si me leen es porque de alguna manera les gusta, les atrae, se identifican, no sé. Pero leen, por la razón que sea. ¿Para conocerme? Espero que sea así. Volviendo al autodiálogo y sus consecuencias. No te quiero realmente, es que sos demasiado... complicado para mí, lo cual es irónico. Me gusta la complicación un poco, pero en los otros me gusta la sencillez, la comodidad -con sí mismo y con los demás- igual que la transparencia, la autosinceridad, la autodeterminación. Y es que me doy cuenta de que no tenés nada de eso. Lo siento. Soy cruel, otro de mis defectos, lo sé. Cruel sin intención de serlo. Egoísta. Lo acepto. Pero puedo ser también tremendamente generosa. Demasiado a veces. Sucede que, para mí, las palabras no son suficientes. La transcripción de las emociones no es suficiente. No lo es, desgraciadamente. La vida no es un libro, que sí está hecho de palabras y ellas la dan contenido. Mi corazón, por otro lado, es tremendamente exigente. No tengo la culpa de eso.

Cambiando de sujeto, vuelvo a mí. Me he quedado sin palabras. Tengo tantas cosas que decir que no encuentro cómo empezar. ¿Les digo la verdad? He perdido la costumbre de hacer esto, de escribir, de desnudarme. Y me cuesta hacerlo ahora, aunque me siento cómoda, sin embargo hay algo que me detiene.

Lo sé. Tengo escritos no terminados y haré el intento de terminarlos ahora, mientras transcribo algunos de ellos, uno de ellos. Acá va. Este es uno de esos: (estoy buscando, pero no es el que tenía en mente, esperen un poco). Mejor este otro; el título es cliché; "Las mujeres que sentimos" y dice así:

"Qué título mas obvio. Es que sentir no es lo mismo que Sentir. Hay mujeres que quieren sentir y creen que sienten, se hacen creer que sienten. Estas son afortunadas. Hay otras mujeres que Sienten, que Sentimos, somos las desgraciadas. Ya comenzamos con las contradicciones, pero realmente no. Hay mujeres que han Sentido, que hemos Sentido tan intensamente que nos negamos a dejar ese sentimiento. Yo creía que éramos bichos raros, pero conversé con una mujer sabia y ella me dijo que no, que existen otras mujeres que han Sentido y que también se niegan, se rehusan, a no sentir. Que nos negamos a tener un corazón muerto, que no se mueve y que hacemos lo que sea con tal de que no sea así. Nos rehusamos a dejar algo que nos volvió loco el corazón, que nos movió el piso, que nos cambió el mundo que conocimos, que nos cambió, que nos convirtió en otra; y tenemos miedo, ¿qué miedo?, terror de no tener nunca más un sentimiento igual. Por esto somos desafortunadas. Porque nos palpita dentro un corazón exigente, un corazón que no se conforma. Somos, estas mujeres, realmente desafortunadas por esto. Para vivir nosotras necesitamos el sentimiento, el sentir; si no, no va. No es suficiente saber que hay un alguien bueno o conveniente, exigimos que ese alguien tenga el poder de provocar terremotos, tsunamis en nuestro mundo, en nuestro corazón. (Hasta acá era lo escrito, y a partir de ahora lo nuevo, comienzo con las divagaciones)

Exigimos que ese alguien nos haga trizas, nos recomponga, nos cree a cada momento y nos deshaga a cada minuto. Que cada vez que nos mire transforme nuestro mundo, que nos entendamos distintas cada vez que intercambiamos un sonido, una palabra, un murmullo. Que se transforme el mundo alrededor y que la lluvia huela siempre distinto, que el café sepa a algo más, que nos cambie nuestros paradigmas y que lo que damos por sentado no lo sea más. Que el sentimiento cambie cada día, que cada palabra sea nueva y que cada palabra sea un recuerdo. Que los olores alimenten, que el sonido llene nuestros pulmones, que por nuestra sangre circulen emociones, que al sentarnos podamos avanzar más rápido que si huyéramos del peor de nuestros miedos, que al dormir despierte nuestra alma, que cuando cerramos los ojos y al chocar los párpados despierten los otros. Que cuando estamos juntos todo sea al revés, para los demás, pero que para nosotros sea ese mundo como tiene que ser. Así. Y que el único reclamo sea que hay demasiado amor, tanto que ahoga y no se sabe qué hacer con el. Que las palabras sean un ruido molesto. Que los contactos hagan temblar la tierra. Que el amor nos reclame que le arrebatamos su identidad, que ya no se sabe si no es por medio de nosotros, que nos necesite para existir"

Y así termina esto. La conclusión es que me gustan los imposibles. Y de esto me acabo de dar cuenta, lo juro.

Comentarios

  1. me encanto! que éxito... espero ver muchos mas, encontrar ese momento de pensar y hablar con una es impresionantemente útil, nos da fuerzas para seguir la vida con energía suficiente para lograr iluminar nuestro camino...

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