Lunes 4 a las 7.30. Segundo fluir
“We receive the love we think we deserve”
Todo son circunstancias. Todo son decisiones. Ir o no ir. LLamar o no llamar. Comprar o no. Comer o no. A dónde ir. Llamar a quién. Comprar en dónde. Cuánto comer. Miles de pequeñas decisiones hay que tomar, a cada momento. Decisiones que nos definen. Luego, somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que hacemos. Al menos en esta parte del mundo, donde se vale hacerlo, donde es “permitido”. Y así somos. Me defino, me indefino. Suficiente libertad. Me separo del montón, a la vez que soy parte de él. Mis circunstancias, que desde acá parecen extraordinarias, únicas, resulta que no lo son, es decir, son únicas sólo porque no existirá nunca una igual (las mismas idénticas circunstancias), pero no necesariamente tan únicas y particulares, interesantes, importantes, relevantes. Al igual que las del resto. Debo decir, el anonimato me parece bueno. Ser irrelevante me permite ser, ser yo, conocerme, hacerme. Porque a nadie le importa, y a nadie debería, el por qué he decidido ser yo. No sé si llegar a ser relevante. Tampoco me interesan los porqués de las personas, los porqués de ser como son. Acepto todo. No juzgo. Todas las razones son válidas en cada circunstancia. Y yo no sé que habría hecho en las tuyas. No te cuestiono, de verdad. Es que la vida siempre pareciera conducirnos a su gusto. Y cada quien llega, y decide quedarse o irse. Estar o no. Sus propias condiciones chocan siempre con otras condiciones. Y nuevas circunstancias surgen. El panorama cambia. Y nuevas decisiones que tomar. Y así. Y lo que viene siempre será o no dependiendo de las decisiones que se hagan. Sé que he decidido mal, y se que he decidido bien. Sé que estoy decidiendo bien. Que aunque la vida quita, da, y que me ha ha dado más de lo que me ha quitado. Que otras circunstancias han chocado con las mías, y que muchas de ellas aún permanecen aquí. Mezclándonos. Dándonos siempre. Cosas materiales, espirituales, emocionales. Afectándonos. LLenando de situaciones y recuerdos nuestra memoria colectiva y siendo relevantes para quienes lo son para nosotros. Llenándonos de significados, razones, excusas, motivaciones, proyectos.
Todo son circunstancias. Todo son decisiones. Ir o no ir. LLamar o no llamar. Comprar o no. Comer o no. A dónde ir. Llamar a quién. Comprar en dónde. Cuánto comer. Miles de pequeñas decisiones hay que tomar, a cada momento. Decisiones que nos definen. Luego, somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que hacemos. Al menos en esta parte del mundo, donde se vale hacerlo, donde es “permitido”. Y así somos. Me defino, me indefino. Suficiente libertad. Me separo del montón, a la vez que soy parte de él. Mis circunstancias, que desde acá parecen extraordinarias, únicas, resulta que no lo son, es decir, son únicas sólo porque no existirá nunca una igual (las mismas idénticas circunstancias), pero no necesariamente tan únicas y particulares, interesantes, importantes, relevantes. Al igual que las del resto. Debo decir, el anonimato me parece bueno. Ser irrelevante me permite ser, ser yo, conocerme, hacerme. Porque a nadie le importa, y a nadie debería, el por qué he decidido ser yo. No sé si llegar a ser relevante. Tampoco me interesan los porqués de las personas, los porqués de ser como son. Acepto todo. No juzgo. Todas las razones son válidas en cada circunstancia. Y yo no sé que habría hecho en las tuyas. No te cuestiono, de verdad. Es que la vida siempre pareciera conducirnos a su gusto. Y cada quien llega, y decide quedarse o irse. Estar o no. Sus propias condiciones chocan siempre con otras condiciones. Y nuevas circunstancias surgen. El panorama cambia. Y nuevas decisiones que tomar. Y así. Y lo que viene siempre será o no dependiendo de las decisiones que se hagan. Sé que he decidido mal, y se que he decidido bien. Sé que estoy decidiendo bien. Que aunque la vida quita, da, y que me ha ha dado más de lo que me ha quitado. Que otras circunstancias han chocado con las mías, y que muchas de ellas aún permanecen aquí. Mezclándonos. Dándonos siempre. Cosas materiales, espirituales, emocionales. Afectándonos. LLenando de situaciones y recuerdos nuestra memoria colectiva y siendo relevantes para quienes lo son para nosotros. Llenándonos de significados, razones, excusas, motivaciones, proyectos.
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